Han pasado unos cuantos años desde que algunos padres dejaran de ser niños. Muchos de ellos ya se olvidaron del placer que les producía bañarse en un río de agua helada, sin temor a las anginas; del gustazo que sentían jugando con el barro a ser cocinero o alfarero; de cómo un buen suelo de tierra constituía la mejor alfombra para sus juegos.
Algunos no recuerdan lo que es subirse a un árbol, odiar la ducha o imaginar que son terribles piratas en una isla desierta.
Muy atrás quedaron para otros los tiempos en los que buscaban príncipes azules en sapos, sabían lo que era una rayuela, y como las acelgas parecían reproducirse en sus platos cuando no se las comían.
Las generaciones han cambiado, evolucionado, se han transformado con el paso de los años. Sin embargo, cuando estos padres desempolvan viejos recuerdos siguen encontrando algo en común con sus hijos. Algo que les marcó tiempo atrás, que siempre sale en sus conversaciones con amigos y que, todavía hoy, siguen contando a modo de anécdota. Y no, no es la mili.
Es lo mejor que le podía pasar a un niño en verano. Irse de campamentos o colonias.
Pero, ¿qué factores hacen que dos personajes tan antagónicos se pongan de acuerdo en algo? ¿qué es realmente un campamento? ¿por qué ir de campamentos?
Si se pregunta a los padres, gente racional, te contestará que este tipo de actividades ayudan a la integración de los niños, fomentan valores como la convivencia o la autosuficiente, adquieren diversas competencias motrices, se divierten. Y, dicho sea de paso, les regalan una segunda luna de miel.
Si les preguntas a los niños, obtendrás una única respuesta: es lo mejor de todo el verano.
Como educadores en el tiempo libre, los monitores tienen la difícil tarea de aunar estos dos puntos de vista. Debemos conseguir que los niños se lo pasen bien al tiempo que aprenden en un ambiente que les permita desarrollarse como seres sociales que son. Y, lo mejor de todo, es que ellos siempre van a lograr sorprenderte.
No es un trabajo fácil, y a pesar de mi poca experiencia, me ofrezco para trabajar 24 horas al día, ejercer de padre, madre e incluso hermana, ser profesora, cocinera, psicóloga y enfermera. Y, sobre todo, tener mil ojos para poder velar por su seguridad.
Muchos de vosotros ya me conocisteis como acampada. Ahora me gustaría que me dierais la oportunidad de mostraos mi propia visión de un campamento como monitora.
Cristina Sánchez
Participante en nuestros campamentos y Monitora de Tiempo Libre formada en la ETL Altabán